Nos guste o no a los que nos dedicamos a esto, la realidad es que sigue habiendo bastante confusión en torno a lo que hay detrás de la responsabilidad social empresarial (RSE).

Responsabilidad Social Empresarial - RSECreo que la cantidad de términos acuñados (RSE, RSC, RS, RC, ESG…), sus orígenes filantrópicos (donaciones, acción social…) y enfoques «buenistas» del tipo «la RSE consiste en que las empresas devuelven a la sociedad parte de lo que reciben de ella», han contribuido a una ceremonia de la confusión que se incrementa, aún más, cuando el término sostenibilidad entra en escena con su fuerte carga medioambiental.

Quizá por ello y porque la RSE es algo vivo que evoluciona constantemente, la nueva estrategia del Pacto Mundial de las Naciones Unidas apuesta por el término «sostenibilidad corporativa«, que algunos definen como «la evolución natural y necesaria de la responsabilidad social, con el objetivo de vincularla más al valor y al core business de cada empresa”.

Y creo que ahí está la clave, y que hay que explicar la RSE como lo que es: una estrategia empresarial, en estricto sensu, ligada al negocio de la empresa y enfocada a toda la cadena de valor, que contribuye a que las empresas sean más competitivas, más sostenibles y, con ello, puedan crear más valor para ellas mismas y también para toda la sociedad.

Así intenté trasladárselo a los alumnos del Master de Recursos Humanos y Desarrollo Personal de esta Cámara de Comercio, con los que tuve la suerte de compartir dos jornadas el pasado mes de noviembre. Algunos de ellos me comentaron después que les había sorprendido esta visión de los negocios basada en el largo plazo, en un equilibrio de los aspectos económicos, sociales y medioambientales, en la satisfacción de las expectativas de los grupos de interés y en la gestión no solo de los activos tangibles de la empresa sino también de sus intangibles, entre otros aspectos.

En nuestras clases, tuvimos ocasión de hablar de la importancia de esta estrategia en la gestión de riesgos y también a la hora de identificar nuevas oportunidades de negocio, sin olvidar su papel como palanca de cambio e innovación dentro de las organizaciones y como herramienta para generar confianza y buena reputación.

Es difícil abarcar todas las materias que la Unión Europea o la ISO 26000 incluyen dentro del paraguas de la RSE (buena gobernanza, derechos humanos, prácticas de trabajo y empleo, multitud de cuestiones medioambientales, lucha contra el fraude y la corrupción, intereses de los consumidores, integración de personas con discapacidad, divulgación de información no financiera…), pero lo que no debe ser difícil es transmitir los principios de la RSE –basados en la ética, la transparencia, la eficiencia o la mejora continua– a cada una de las actividades empresariales.

En el caso de los Recursos Humanos, las posibilidades son infinitas y hay mucho campo para trabajar en los ámbitos de la gestión del talento, la formación, la diversidad, la igualdad de género o la conciliación, por lo que animo a todos los alumnos a explorarlas desde la creatividad y la innovación, y siempre bajo la premisa de no conformarse con lo ya establecido y querer cambiar las cosas para evolucionar y mejorar.