Con mucha ilusión esperábamos nuestra primera visita a una bodega de elaboración de vino en Ribera de Duero,  y  visitamos Pago de Carraovejas.

Fuimos recibidos por una de las personas encargadas de enoturismo, que nos contó la historia de la que nace esta bodega y de cómo un joven llamado José María Ruiz, con sólo 24 años representó en 1971 a España en el I concurso mundial de Sumilleres obteniendo medalla de bronce. Su inquietud lo llevó en 1982 a abrir su restaurante en Segovia con la idea de darle un toque innovador a los platos típicos de la región  para posteriormente, en 1987,  comenzar con el proyecto de la elaboración de vino con la clara idea de mejorar la calidad de los vinos que acompañaban a sus ya reconocidos platos. En 1991 y tras su primera cosecha comenzaron a trabajar teniendo siempre presente la calidad e innovación tecnológica.

En la actualidad cuentan con unas maravillosas instalaciones donde se mezclan los métodos tradicionales de elaboración con modernos y automatizados procesos; gran peso tiene –entre otros- el departamento de Calidad, encargado de realizar y garantizar todos los parámetros establecidos tanto de materias primas, proceso y de producto final como el de Enoturismo,  encargado de abrirle las puertas a todas las personas que quieran acercarse a este mundillo de manera diferente, ya que no solo ofrecen las catas tradicionales sino que existe la opción de probar sus vinos maridados con su afamado cochinillo.

El tema de la innovación hace parte del día a día de esta bodega donde se cultivan las variedades Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Merlot; cada una sembrada con diferentes sistemas de cultivo como Cordón Royat, cultivo de terrazas o  vaso vertical, para así garantizar la relación calidad/productividad.

La vendimia es realizada a mano, usando cajas  pequeñas y haciendo una exhaustiva selección de la uva en el campo  y posteriormente  en una mesa de selección antes de entrar a la bodega. Después de enfriar la uva en cámaras de frio, de despalillar y de  un leve estrujado,  la uva es llevada a los depósitos por gravedad mediante OVIS (recipientes de forma oval y abiertos por la parte superior) y cintas transportadoras. La fermentación alcohólica se realiza a bajas temperaturas y las levaduras que se utilizan son autóctonas de la bodega cuyas características ayudan a tener una amplia superficie de sombrero garantizando así un mayor contacto entre el hollejo y el mosto. Todos los remontados se hacen usando los OVIS. La fermentación maloláctica se hace en los mismos depósitos y las bacterias lácticas usadas también  son autóctonas de la bodega.

En la nave donde se encuentran las 3000 barricas de roble francés y americano de grano extrafino y donde los vinos reposan no más de 3 años, constantemente se realizan catas organolépticas para determinar cuál será el destino final si crianza, reserva o el anejón de la cuesta de la liebres. Pasado el tiempo en las barricas los vinos son clarificados con clara de huevo natural y una vez terminado el proceso y para evitar las altas temperaturas del verano, el vino es embotellado por gravedad en primavera y utilizando un tapón de corcho natural.  La permanencia de las botellas en almacenamiento dependerá de cada tipo de vino y será entre 12 y 36 meses.

Una vez listo para su comercialización y para mantener sus estándares de calidad, el vino no se distribuye durante los meses de verano ni tampoco sale de bodega ningún viernes del año; primero para garantizar una buena entrega al distribuidor y segundo, para evitar que se rompan las condiciones necesarias de climatización y humedad con el fin de que el producto llegue al consumidor final sin sufrir alteraciones.

Concluida la visita a la bodega fuimos a realizar una cata de vinos a la cual se unió Pedro Ruiz, hijo del dueño y Director  de la bodega. Hicimos la cata de 3 vinos de la bodega Crianza 2012, Reserva 2011 y un Anejón 2010 de “La Cuesta de las Liebres”, así como de 4 vinos de su nuevo proyecto Ossian, unos viñedos centenarios y de agricultura ecológica que se encuentran en Segovia en una zona conocida como El Cordel de las Marinas. De estos catamos Verdling Trocken 2013, Ossian 2012, Ossian Capitel 2012 y Verdling Dulce 2012. Todos vinos muy cuidados y de excelente calidad.

Fue una visita donde pudimos darnos cuenta de la claridad con la que esta bodega busca en todo momento ser fiel a sus principios de calidad, innovación y buen hacer; y una buena manera  de entender,  para los que estamos aprendiendo de este tema, la pasión por lo que se hace.