La normativa sobre protección de datos tiene ya un largo recorrido, puesto que la primera Ley española data de 1992, y la vigente Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD) es de 1999). Sin embargo, sorprendentemente, en algunos ámbitos se sigue viendo como algo novedoso. Lo cierto es que, pese al incumplimiento que todavía se puede apreciar, cada vez es más tenida en cuenta (afortunadamente), aunque podemos afirmar sin temor a equivocarnos que no lo suficiente.
Diariamente se presentan situaciones dentro de una empresa en las que la normativa sobre protección de datos tiene trascendencia: comunicaciones de datos a administraciones o a otras empresas, envíos de documentos electrónicos o en papel por distintos medios, contrataciones de servicios que implican tratamientos de datos, publicidad a clientes y clientes potenciales, gestión de accidentes laborales de empleados, recogida de datos de candidatos a un empleo, etc.
El problema es que muchas de esas situaciones se realizan sin tener en cuenta las obligaciones y consecuencias legales que pueden surgir, lo que implica un importante riesgo. Además cada vez hay más concienciación por parte de los ciudadanos sobre la importancia de la protección de datos, con lo que las posibilidades de que una infracción acabe en denuncia son cada vez mayores. Ya no parece tan extraño escuchar a cualquier persona su enfado por recibir emails publicitarios no solicitados, porque les pregunten determinados datos por teléfono, o porque les pongan delante un formulario de recogida de datos en el que no se informe de los extremos a los que la LOPD obliga.
La aplicación de la normativa no es sencilla, dado que se debe tener en cuenta no sólo la regulación específica, sino también cualquier legislación sectorial aplicable que pueda tener trascendencia en cuanto al tratamiento de los datos personales.
Cumplir con la normativa de protección de datos no sólo supone evitar las importantes sanciones dinerarias que la LOPD establece, sino que estamos ante un derecho fundamental que debemos garantizar. Además, su cumplimiento transmite buena imagen de nuestra empresa, da confianza a los clientes y permite una mejor organización y control de la información de la empresa, que a fin de cuentas es su principal activo.
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