La economía es la ciencia que estudia la gestión de los recursos escasos, y habitualmente con ello nos referimos a la gestión del dinero, aunque también son recursos escasos el talento, el tiempo, la superficie de venta, la capacidad de producción y otros muchos más.

La empresa, cualquier empresa, necesita la obtención de beneficios para su supervivencia, para su sostenibilidad: la ausencia continuada de beneficios desemboca en su desaparición, por lo que es indispensable que el gestor conozca no sólo el montante de sus beneficios, sino además cómo se ha generado, qué productos o servicios tienen un papel protagonista y quiénes son los clientes que más han propiciado el beneficio.

La existencia de beneficio anima a los propietarios de la empresa a continuar con el desarrollo de su actividad y provoca la inversión de más recursos escasos (capital, talento, instalaciones, personal, etc), con todo efecto positivo que transmite a los trabajadores, a los proveedores y al conjunto de la sociedad, por no hablar además de aparición de la obligación de tributar a la Hacienda Pública.

Es triste recordar y comprobar cómo muchos directivos y propietarios se guían por el criterio de caja, y asocian tener dinero con ganarlo (“si tengo dinero, no hay problema”): en años anteriores y cercanos han sido muchas (muchísimas) las empresas que con la tesorería llena de dinero ajeno no sólo no se preocuparon de la gestión del beneficio, sino siquiera de saber si la empresa tenía o no resultados positivos.

Es muy triste recordar y comprobar cómo muchos directivos y propietarios asocian la buena o mala marcha de su empresa a la cifra de facturación (“si vendo el doble, malo será que no gane algo”): en años anteriores y cercanos han sido muchas (muchísimas) las empresas que han centrado su atención en la facturación y no en el beneficio.

La irresponsabilidad de quien cree que puede gestionar una empresa sin saber de gestión económica conduce a resultados nefastos, para él y para todos quienes le rodean.

Saber de economía permite saber que hay ciclos, que existe el riesgo y que las circunstancias no son permanentes, sino que están sujetas a cambios políticos, económicos, sociales, legales y tecnológicos ante los que se ha de saber reaccionar. Saber de gestión económica te permite saber que un apalancamiento operativo excesivo, un endeudamiento elevado, un fondo de maniobra negativo y la excesiva dependencia a un cliente o a un producto son prácticas de riesgo. Que en sí no son malas, pero que si se combinan con una mala temporada, pueden hundir la empresa de manera irremediable y en muy poco tiempo.

La responsabilidad de los directivos y propietarios exige conocer la evolución del beneficio, su génesis (quién, qué, cómo), conocer el grado de riesgo que se asume para lograrlo y si facilita (o dificulta) la consecución de beneficios futuros.

La ignorancia se soluciona, con conocimiento o apoyándose en expertos.

El peor escenario para toda la sociedad es enfrentarse a propietarios y/o directivos irresponsables o inconscientes, obcecados en la idea de que no es necesario saber de economía: todos pagamos sus consecuencias.

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