“La educación es un proceso que no termina nunca” – Josefina Aldecoa.
La vida es un eterno aprendizaje, desde que nacemos no dejamos de aprender. Y, aunque muchos piensan que al terminar la carrera universitaria llega a su fin esa etapa de estudiante, la realidad es que no es así.
La formación debe ser continua, no debe acabar nunca.
Es necesario tener claro que el conocimiento no va a llegar por ósmosis, no es posible lograr objetivos sin hacer ningún esfuerzo. Se requiere actitud e inclinación a la indagación permanente, a la preocupación constante por alcanzar metas más altas en la escala del saber.
Habrá, en este caso, espíritus más predispuestos y con metas definidas que trabajarán con más ahínco por alcanzar lo que se proponen y otros menos activos que estarán en la saga del conocimiento.
Ya hemos expresado en otras oportunidades, que este mundo de hoy es altamente competitivo, hay una dinámica en el quehacer humano en donde los mejores avanzarán y serán los motores que impulsarán, no solo la economía sino cualquier área a la que se dediquen.
Para ello no basta con el talento innato sino que se requiere conocimiento actualizado, aplicado con sentido visionario a los cambios que continuamente se producen en nuestros días.
Debemos entender que el mundo del conocimiento no es estático, inamovible; que hoy vivimos una era de cambios que requieren una estructura mental abierta, despierta y sólidamente preparada para afrontar estos tiempos en movimiento continuo.
De allí la enorme importancia de la formación continua, tomándola como una variable que abarca la adquisición de conocimientos en el plano académico y su aplicación en el ámbito de nuestra competencia, así como la conformación de una personalidad que nos dé seguridad, aplomo, decisión, cálculo de riesgo y atributos personales que lleven a un accionar equilibrado y que esté ganado para lograr sus objetivos de vida personales y profesionales.
Es decir, debemos colocar en una balanza el factor de lo que se adquiere por el estudio y lo que se experimenta por vía de los valores morales y éticos que le dan forma a nuestra imagen y personalidad.
La vida, ya lo dijimos, es un eterno aprendizaje. Lo que aprendemos en nuestra educación formal no es más que una ínfima parte del conocimiento de la humanidad y que cada día se hace más grande con la vorágine de nuestro tiempo. Es necesario entonces, para estar más y mejor capacitados, estar en continua alerta para estar actualizados con las últimas tendencias del mundo del saber.
Se impone un permanente seguimiento a todas aquellas actividades académicas que nos interesen por su afinidad con lo que hacemos: seminarios, simposios, foros, eventos, donde se discutan los avances en el área que nos ocupa, es una opción que sirve a nuestra preparación continua.
El uso consciente de los múltiples y variados medios audiovisuales, aportan una ventana para acceder a espacios de interés profesional ya en un plano más formal, los postgrados imponen un criterio de mayor dedicación y uso más racional del tiempo, sin embargo, es una opción de preparación a un nivel de mayor exigencia que cada quien debe asumir como un reto.
En todo caso el uso de cualquier medio formal o informal para mantenerse al día, es un camino válido que ayuda al profesional a mantenerse en sintonía con los progresos del área de su desempeño.
Lo importante es el interés y dedicación que mostremos en mantenernos al día y estar mejores preparados para afrontar con éxitos los desafíos diarios.
No debemos quedarnos en el solo aprendizaje, sino que debemos avanzar en la aplicación de ese conocimiento para mejorar nuestro desenvolvimiento en el campo de nuestro desempeño profesional. Buscar los medios para llevar a la práctica esas ideas innovadoras y que harán más eficientes nuestra labor, es también una tarea que ayudará a complementar esa formación continua y a estimular nuevas metas futuras.
En resumen, vivimos aprendiendo, aprendemos para avanzar, progresar en el plano personal y profesional. Si avanzamos en lo individual, en lo colectivo, permeando hacia el ámbito en que nos desenvolvemos, también se desarrollará el círculo virtuoso del éxito y del progreso.