emprendedor

 

“No es sobre las ideas. Sino hacer que éstas se vuelvan realidad” es una frase de Scott Belsky, creador de Behance y autor de Making Ideas Happy y que refleja el espíritu de todo aquel que comienza su andadura profesional como emprendedor.

El espíritu emprendedor innato es una ventaja para quien lo posee, no sólo en el aspecto profesional sino también en el personal. El día a día de estas personas es una búsqueda de nuevos retos y modos de innovar para alcanzarlas. También se pueden crear unas sencillas pautas de conducta para desarrollar tal potencial. 

 

1. Creer en uno mismo

La falta de confianza en uno mismo hace a las personas más frágiles y vulnerables. Esta emoción puede crear una gran barrera entre el individuo y las metas que quiera alcanzar, generando mucha frustración. Todo lo que se que quiera emprender sale de las motivaciones personales y para desarrollarlas es necesario armarse de un refuerzo de seguridad y autoestima.

Nadie va a confiar en una idea en su estado inicial como el creador de esa idea, por ello hay que convertir lo negativo en positivo y comenzar a trabajar en las acciones que lleven a cumplirlo.

 

2. Desarrollar las cualidades creativas

Muchos de los grandes negocios de éxito de la historia son aquellos que han sabido cómo detectar los nichos de mercado y solucionarlos a través de una respuesta eficaz y creativa. El individuo emprendedor debe cuestionar las reglas de producción, de tecnología y darle una vuelta a todo para adaptar su idea de una manera innovadora. Incentivar la imaginación a través del desarrollo de hobbies como la pintura, la lectura o el cine es una buena idea.

 

3. Ser proactivo

La proactividad permite identificar los acontecimientos que tienen lugar en el entorno, anticiparse y aprovecharlos con éxito. Esto no significa lanzarse a proyectos sin sopesar las consecuencias, sino que es una cualidad que se desarrolla trabajando en la observación, evaluando las distintas alternativas y adquiriendo una autonomía para tomar decisiones propias. Una parte importante de la proactividad es asumir las responsabilidades por lo que suceda.

Más que un modo de trabajo se puede decir que es una filosofía de vida, ya que también es un modo de encauzar tanto proyectos profesionales como personales desde un planteamiento de valores positivos.

 

4. Ser ambicioso pero también crítico

Fijarse unas metas y soñar con el éxito está muy bien, pero de nada sirve si éstas son inalcanzables. La clave está en buscar una motivación que nos estimule a trabajar por ellas y ser conscientes de que son algo que realmente se puede lograr. Puede ser algo más grande a largo plazo o contener pequeños objetivos más del día a día. Por eso se debe hacer un ejercicio de autocrítica para evaluar qué se tiene entre manos y si es viable. El desarrollo del éxito irá totalmente ligado a la motivación con la que se trabaje.

 

5. Emprende

Parece algo muy obvio, pero no se debe permitir que las ideas se queden en post-it, si aún no es el momento, no hay que preocuparse tampoco, es un tiempo añadido para ir trabajando y emprender cuando el momento sea el adecuado.

No por ello hay que postergarlo indefinidamente, por muy adecuada que sea la oportunidad, siempre habrá riesgos que asumir, se deberá enfrentar el miedo y comenzar a trabajar. Al fin y al cabo la definición de emprendedor es aquel quien sale a la calle, trabaja en sus ideas, investiga el mercado, conoce a fondo su competencia, no se da por vencido en las condiciones adversas y sobre todo cree en su idea y sabe cómo podrá satisfacer las necesidades del público.

También es importante ser flexible, que la competitividad no lo llene todo y saber colaborar con terceros para enriquecer las metas.